Consolemos con nuestra ayuda a tantos hermanos con los que Dios llora en este mundo.
Ayuda a la Iglesia Necesitada está activa donde quiera que la Iglesia necesite urgentemente ayuda. La ayuda se destina a los proyectos y necesidades presentados por los miles de misioneros y religiosos de la Iglesia católica que están presentes en los países más necesitados, cuya actividad caritativa y pastoral llega, incluso, donde los servicios estatales y las ONG no alcanzan.
Un total de 81.818.657,82 € se destinaron en 2017 a la cobertura de 5.357 proyectos pastorales y de emergencia. Los cristianos en Oriente Medio siguieron siendo destinatarios de una parte importante de nuestros recursos financieros (21,2%). Se trataba el pasado año, de continuar socorriendo a las víctimas de la guerra en Siria y de reconstruir pueblos enteros en el norte de Irak, para permitir el regreso a sus hogares de miles de cristianos refugiados, tras la expulsión de los terroristas de Daesh. Así se expresaba el cardenal Pietro Parolín, secretario de estado del Vaticano, el pasado año: “Este proyecto de reconstrucción es ejemplo de la preocupación mostrada, de la urgencia del proyecto y de la notable eficiencia y organización de Ayuda a la Iglesia Necesitada. Gracias por el apoyo que en estos tres años habéis ofrecido a numerosas familias cristianas para que fueran capaces de soportar esta situación con dignidad”.
África volvió a ser el continente que más ayuda recibió, gracias a la generosísima respuesta de los benefactores a la campaña internacional de sensibilización y recaudación que se llevó a cabo en los distintos países donde Ayuda a la Iglesia Necesitada está presente. Desde Angola, las dominicas de Benguela nos hacían llegar este mensaje: “Estamos muy, muy agradecidas por la generosidad de nuestros benefactores. En ella se revela la Divina Providencia, que siempre se ocupa de nosotras. Deseamos que Dios los bendiga a todos abundantemente con Sus gracias. Tengan por seguro que rezamos por ellos y les aseguramos nuestro afecto y gratitud”.
Los desafíos de la Iglesia universal
Las necesidades continúan siendo grandes por eso esperamos y rezamos para que la generosidad de los que más tienen no conozca límites. El sufrimiento de los cristianos en Irak y Siria no ha disminuido. Los islamistas radicales se infiltran en las distintas regiones de África, donde antes coexistían pacíficamente cristianos y musulmanes. En algunos países de Asia, la Iglesia lucha por existir o crecer, frente a grupos o religiosos radicales que no toleran más credos que el suyo. En Iberoamérica, el número de católicos en algunos países disminuye drásticamente, a medida que las sectas evangélicas van ganando terreno. Mientras tanto, en Europa Central y Oriental, el vacío dejado por el comunismo y el ateísmo genera un laicismo y una corrupción, opuestos a las enseñanzas sociales de nuestra Iglesia…
Pero a pesar de todo, hay esperanza. De ella nos hablan los 1.000 seminaristas que apoyamos anualmente en Ucrania; o las 153 nuevas capillas e iglesias que ayudamos a construir en África en 2017; o la creciente demanda en Iberoamérica de ejemplares del Docat (compendio de la doctrina social de la Iglesia para jóvenes); y las religiosas de Siria que no se dan por vencidas y permanecen en este país devastado por la guerra. O estas palabras que nos llegan desde Malí, de Célestin Dembele de la Comunidad Cristiana de Yirimadio, a quien Ayuda a la Iglesia Necesitada ayudó con la construcción de una capilla: “Gracias a todos ustedes por sus esfuerzos para brindar a nuestra comunidad una capilla. También has brindado esperanza a esta Iglesia que da testimonio de la misericordia de Dios en Malí, un país acosado por la inseguridad y el fundamentalismo religioso”.
En 2017, recibimos 7.553 peticiones de ayuda. Pudimos dar respuesta a 5.357 proyectos y nos vimos obligados a rechazar 2.196 por no cumplir con los requisitos y criterios pastorales, acordes a nuestra misión. El hecho de que tantos corazones generosos nos permitieran llegar a miles de solicitantes no puede darse por sentado. Sabemos, además, que esta generosidad no es solo económica sino que se multiplica con la oración de tantos católicos sensibilizados y comprometidos con las necesidades de tantos hermanos que sufren. Y los que dan, reciben. Reciben también las oraciones generosas de aquellos a quienes ayudan. “En nuestras oraciones, no dejamos de dar gracias a Dios por la ayuda que nos dais. A menudo nuestras hermanas mayores y más débiles, se interesan por los benefactores de ACN. Rezan fervorosamente por esta Obra que está contribuyendo a crear el Reino de Dios repartiendo grandes frutos espirituales y materiales”, nos transmitía la hermana Mª José, religiosa contemplativa, desde Brasil.
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